Fundamentación teórica

 

 

La educación en valores es aquella que, principalmente, se centra en la transmisión y promoción de aquellos valores que facilitan la convivencia entre las personas y que se sustentan en el respeto a los derechos humanos. Es una cuestión de prioridad a nivel global que determinan la personalidad y la actitud de una persona. Los valores se transmiten de padres a hijos, de abuelos a nietos, de tíos a sobrinos, de amigos a amigos, de profesores a alumnos...

Actualmente, los estudiantes aprenden poco y mal, dando lugar a unas generaciones con muchos años de estudios pero sin preparación real, mucha cualificación para curriculum pero poco dominio de casi nada. Y, que duda cabe, que las nuevas reformas educativas no harán, precisamente, que esto mejore sin dejar atrás el papel fundamental que hoy en día tienen los padres, que dejan de lado la educación de sus hijos. Se centran en ganar dinero para salir adelante, los profesores preocupados por términar pronto su jornada laboral, los abuelos cansados ya de criar niños... no tenemos tiempo para dedicarles la atención y el espacio que necesitan. Es más fácil comprarles un movil de última generación que sentarse a hablar con ellos, es más cómodo contratar una televisión por cable, que nos permita relajar después de una dura jornada de trabajo, que compartir las vivencias del día... Pero, ¿esto es lo queremos criar, una generación o unas generaciones sin creencias, sin valores, sin cultura social?

Todos somos responsable de la forma de ser y de actuar futura de cada pequeño que nos rodea. Los niños son esponjas que todo lo absorven, interiorizan lo que ven y repiten lo que oyen. No podemos quejarnos de que nuestros jóvenes no están educados, que son malcriados, que no tienen sentido de la responsabilidad ni del deber, que se creen que todo se puede comprar, que sólo piensan en divertirse, que no valoran nada porque todo lo tienen... Parémonos a pensar, ¿por qué actuan así? ¿Por qué tienen ese comportamiento y esa educación? ¿Quién le ha enseñado directa e indirectamente esos valores y formas de vida?

Por todo ello, es importante que desde los primeros años escolares, niños y niñas desarrollen una actitud reflexiva sobre lo que piensan y sienten acerca de sí mismos y de los otros; también es fundamental que conozcan sus derechos, clarifiquen sus valores, identifiquen cuáles son sus prejuicios, acepten las diferencias y logren asumir actitudes de mediación en la solución de conflictos.

Los padres, los profesores y, por supuesto, los educadores sociales tenemos que trabajar unidos para inculcar valores fundamentales para mejorar nuestra sociedad. Transmitir y ser ejemplo de respeto, tolerancia, responsabilidad, diversidad, cooperación, cohesión, integración, inclusión...

Un recurso didáctico que se debería utilizar para la clarificación de valores son los dilemas que, en líneas generales, plantean situaciones problemáticas que permiten al estudiante ubicar su escala de valores y confrontarla con la de los demás. Aquí no existen respuestas acertadas o erróneas, pues la intención está en lo que el estudiante pone en práctica: revisar paradigmas personales para tomar una posición, verbalizarla y transmitirla, sustentarla con argumentos ante otros, desarrollar habilidades de diálogo y negociación con el fin de llegar a consensos. 

El ámbito académico no permanece al margen de este asunto pues, por ser una tarea de todos, se parte de la premisa de que si se crean las condiciones para incidir en la formación de ciudadanos más responsables consigo mismos y con todo lo que configura el entorno, la idea de habitar un mundo mejor (donde la convivencia sea armónica entre los individuos y las naciones, con base en el reconocimiento y el respeto de las diferencias) dejará de ser una utopía y se transformará en una realidad.

 

 


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Crilima


“En un mundo mejor hay respeto, comprensión y tolerancia en todas las relaciones humanas”. Visiones de un mundo mejor, UNESCO